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desdicha de su estado, que le había abatido tanto, no le daba permiso á aspirar al rostro , y asi se había contentado con las manos, siendo muy justo besar una mano, que era el manantial de tan grande caridad, co¬ mo se besan las puertas de las Iglesias, de quien se es¬ pera todo el bien. Agradó¬ le á Clotilde esta respuesta, y conoció que este hombre, según su discurso , y arte desmentia su trage. O pro¬ videncia Divina , y cómo dispones las cosas, abrien¬ do la puerta á una acción la mas heroyea que se des¬ cubre en las Historias! Como el trato de aquel pobre, y modo de explicar¬ se la agradó á Clotilde , la movió la curiosidad á pre¬ guntarle quién era, y cómo había llegado á tal miseria de pedir limosna. Señora, dixo Aureliano , pues que vuestra grandeza se ha ade¬ lantado, sabrá como yo soy de alto linage, y lo que me hareducidoáesteestado, no es mas que el amor de una Dama que busco, no para
9 mí, sino para uno de los mas grandes Principes que hay debaxo del Cielo. Clotilde tuvo la curiosidad de sa¬ ber quien era el Príncipe, y quien era la Dama buscada con tantos trabajos. Aure¬ liano, viendo era ya tiempo de reventar la mina, la dixo; La Dama está dos pasos de mí, porque sois vos misma. De lo qual ella se puso por extremo encarnada, y co¬ menzó á alterarse. Mas él dixo: Señora, no os altereis, por que yo estoy en parte que os puedo hablar con to¬ da confianza : y asi sabrá vuestra Alteza, que vengo enviado por Clodoveo, Rey de Francia, mi Señor, que es el mejor Príncipe, y mas valeroso Monarca que hay en todo el mundo. La fama de vuestras preciosas, y eminentes calidades - hä llegado á sus oidos, y desea casarse con vos ; por lo qual me ha enviado para llevar vuestro sí y consen¬ timiento. Hubiera entrado en esta Corte con una muy solemneEmbaxada, pero las dificultades, y embarazos, B en