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y á los tres años cumplidos que en su servicio se emplea, le pidió ercriadoal amo de su salario la cuenta: el amo se la ajustó y le dió por recompensa de cada año un escudo sin que algo masse estendiera. El gran simplon del sirviente sin más desplegar la lengua, se contentó déla paga que la creyó muy completa, y él, se decía á si mismo con extrema complacencia: ¿Qué más puedo desear que la presente riqueza? Ya no quiero trabajar, pues tres escudos que cuenta mi bolsillo, poseer es una fortuna inmensa. Me voy á correr el mundo y á divertirme sin rienda, que un caudal de tres escudos para todo tiene fuerzas. Esto dicho tomó el cosque, y á salga lo que saliera, sin dirección ni destino tomó la primera senda, á poco rato de andar atravesando una selva cantando camo un jilguero de contento el alma llena, héte aquí que al lado suyo un enano se presenta; de tan extraña figura que al demonio se asemeja y le pregunta la causa de aquel placer que demuestra. El ginebrino responde: ¿Cómo he de tener tristeza cuando tengo un gran bolsillo atestado de monedas? El salario de tres años lo tengo en mi faltriquera que compone tres escudos, suma que no tiene cuenta. ¡Ah! dijo al punto el enano, si yo tal suma tuviera un poderoso seria y saldría de miserias. ái esa suma darme quieres

yo te otorgaré por ella las tres gracias que rae pidas, las que en cualquiera ocurreuoia te sacarán bien de todos los lances en que tu veas. —Pues si eso todo es así, respondió el patan con ilema, tómadla pues, y le dio toda la suma completa. El enano agr adectdo a dádiva tan ingenua le dijo:—Tu proceder merece una recompensa; y asi dime las tres cosas que en este mundo deseas, y las verás eoncedid ¡s sin que falte ni una letra. El patan se alegró mucho y su contento renueva y restregando mil veces su gran frente y sus melenas, al tin dijo:—Pues amigo, yo solamente quisiera un arco muy poderoso con su bordon y ballesta, que al objeto que apuntara precisamente le diera también quisiera un violin que, al tocarlo yo, le hiciera bailar á toditos cuantos mis consonancias oyeran; y por último, deseo por la petición postrera, que todo lo que yo pida al punto se me conceda. Guando el gañan concluyó el enano con franqueza le dijo:—Pues concedido, está todo lo que ruegas; y al punto le entregó el arco armado con su ballesta; le dió un violin, y le dijo que la petición tercera también le está concedida pues todo cuanto pidiera ninguno le negaria: y el endno cual centella desapareció á su vista, con la mayor ligereza Qnedose el patan contento, uo creyendo que en la tierra