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CAPITULO PRIMERO.
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Щюи de la Casa del Renegado. —Entrevista de Zor aida y Julio, .suf ™Vl es ’ sus promesas y juramentos delante de Aliatar, padre de aquel 1«? muley- el-Aboas manda al Renegado pasar a Tanger, y este h vérifié·
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una ^ * 10C0 mas una ' e 8 ua la plaza de Ceuia, y en la cresta ó cima dé r es er í CUlll brada montaña , se deja ver un modesto edificio que á pesar de ute n- rse pertenecerá una remota época, no por eso deja de llamar la co„g ° n ’ Y« per la pintoresca situación que ocupa, ya por lo vistoso vbien <l as 7 v ad° que en la actualidad se encuentra ; sus sólidas paredes fabrica- u n a ®.granito de que abundan aquellas tierras, se bailan embarnizadas (jp rale 8 12 blanco que apenas las continuadas lluvias y los borrascosos tempó¬ éig Чие son frecuentes en aquel pais, las hacen perder su esplendente blan- Пц,.д ‘rand» tal realce al edificio, que contemplado desde el maro la J)a r c °Po ’ ] Se a . seme .! a á un cisne sobre la copa de un gigantesco arbusto ó á dn de e i í> e n ' ev e en la cumbre del Apenino ; los viajeros que 1c distingueadps- Tet,, ~' stre Qho, ó los que caminan por los valles en dirección de Ceuta,« tanas n n ? P ueden únenos de fijar la vista en aquella casa desde cuyas ven¬ ado ^ a ‘ me nas se mira perfectamente el Estrecho frecuentemente alborp- v ej e ť„J. una cordillera de montañas y valles enlazados , cuya asombrosa Utu, d« 'i 011 8 °bre una verde all'ombra matizada de florqş. silvestres., farmqp Dación i J} la · 8 . bellos paisajes que pudiera servir de tipo á la grande imagi’*· descfib C e . и ri lio ; efectivamente, el mas acreditado pincel no le seria fácil 0lr 11 ‘ acercar á la realidad el bellísimo cuadro que ofrece la Ca&ajtøl