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VI.
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Ya inclina la frente cl Conde; ya Isabel con mano trémula sobre el cuello la coloca la milagrosa cadena. Cada cruz, cada medalla es un tesoro que encierra una lágrima de madre y una bendición de Reina. —Parte á la guerra, buen Conde; buen Conde, parte á la guerra, y en el calor del combate
la rica joya no pierdas. Y si tu virtud apoyas en la que tiene sus perlas, que la sangre del vencido no manche la real ofrenda. Que es el alma de Isabel un manantial de clemencia, y el pueblo español perdona, como perdona su Reina. —Parte à la guerra, buen Conde; buen Conde, parte á la guerra, y del beso no te olvides ni la rica joya pierdas.
ROMANCE Y. •UN ADIOS Á LA PÄTKIÄ. I. H.
Lánzanse al mar los valientes en que la Patria contia, los que dejan, con su hogar, las prendas porque suspiran, siendo sus dulces recuerdos de sus esperanzas vida, himnos guerreros cantando entre lágrimas y risas, dando á su valor apoyo con la fe que los anima; Í ue al combate van con ellos »ios, la Patria, la familia. ¡Playas de Valencia y Cádiz, de Málaga y Algeciras, testigos fuisteis vosotras de tan tierna despedida! El adios de nuestros héroes le repiten intranquilas entre sus vagos murmullos las olas que os acarician. Y ese adiós, ¡cuántos afectos encierra que no se explican! ¡cuántas promesas de amor! ¡cuántas dulces armonías!... —Coronáronse las rocas, cubriéronse las orillas de agitada muchedumbre, 3 ue corre, se afana, grita, ando vivas á la Patria, dando al Ejército vivas.
¡Silencio!... La multitud ya con respeto se inclina; ya el venerable prelado tiende sobre el mar la vista, y armas y naves bendice, y Dios al triunfo las guia. ¡Allá van!... entre las brumas apenas ya se divisan; el humo de los vapores poco á poco se disipa, y cubren montes de espuma surcos que dejan las quillas. ¡Allá van!... ¡hora solemne de santa melancolía! ¡Muere el sol!... en el espacio pálida la luna brilla, triste como el sol que muere, como el alma que suspira para vivir de esperanzas entre las o'as perdidas. ¡Allá van!... lejos, muy lej° s del hogar y la familia... ¿Cuántos volverán, y cuándo, á nuestras playas benditas?·*· p „ tr ia —¿Qué importa?... La madre t sus hazañas adivina, las naciones los contemplan, sus hermanos los envidian..· ¡Ellos volverán con honra; que Dios al triunfo los guia!