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mirándolo atentamente io fotiiido de su cuerpo, ]a dobleza de sus armas, y lo terez de su gesto. Dispertó en esto , y le dice Roldan, he mirado atento, Ferragùz tu fortaleza, y lo recio de iu cuerpo. Respondió el gigante, y dij·: has de saber que yo tengo fuerza de cuarenta hombres, y ser herido ni muerto, ио puede ser, sino es por el ombligo , e>to es cierto. Tú eres cristiano , y quisiera me dijeras, qué miste·io, y que ley es la que siguen los cristianos verdaderos ? Y Roldan le respondió: has de saber por muy cierto, que es la ley de Jesucristo, criador de tierra y cielo, padeció muerte y pasión por librarnos del infierno. Dijo Ferragúz, si quieres, de que hagamos un concierto; que la ley del vencedor sea la buena, esto es cierto; y Roldan muy confiado en Dios, y con firme celo dijo que sí, y al instante á la batalla volvieron se dieron muy grandes golpes con mucho valor y esfuerzo, vió el gigante que Roldan le iba á dar un golpe recio, y se metió por debajo, y lo agarró por el cuerpo, y como que nada hacia, lo ha derribado en el suelo, y Roldan sacó un puñal, y con grandísimo escuerzo
se lo metió por debajo, le hirió el ombligo recio, y cuando se sintió herido pegó un grito tan sobnbio que estremeció todo el campo, y los suyos acudieron, también vino Cario Magno con todos los caballeros, se armó tan cruel batalla, que era gran contento el verlo; mataron todos los moros. Y vió Roldan á este tiempo, que llevaban al gigante la ñor de los caballeros á meterlo en la ciudad, á ellos se fué como un trueno, y dándole muerte å todos, á su real los llevó luego le preguntó si queria con cariñosos afectos ser cristiano porque goce de la gloria su alma y cuerpo; dijo que no : y luego al punto les mandó á los caballeros le cortasen la cabeza, y con valeroso esfuerzo á la batalla volvió, todos escapan huyendo, se meten en la ciudad, y los cristianos tras ellos, les ganaron la ciudad, sacaron los caballeros, que estaban dentro de la torre, dándole gracias al Cielo, que les dió tantas victorias contra enemigos ian fieros; se volvieron para Francia con muchísimo contento. Y aquí el humilde poeta p'de perdón de sus yerros, que en el postrero romance dirá el fin que tuvieron. F 1 N.