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4 Que lal le vá con tu esposa? Mi mujer es muy honrada; nfås me veo en tal estado, que tal pobreza en mi casa, que cada afìo tengo un hijo, y un pleito cada semana. Por cierto estoy aburrido, no sé por Dios, que me haga, que esto es castigo del Cielo! Ohl mal haya mi desgracia, y el alma que me engañó, para que yo me casara: pues ven acá, pobre simple; pusiéronte alguna daga á los pechos para hacerlo? Pues padece hasta que salgas de este miserable mundo con la espuerta y con la azada. Di tú, segundo casado, que es lo que á tí te maltrata? Por qué lado á lí te duele? Yo padezco muchas causas, me responde, porque soy destrozo de la desgracia. Yen acá viudo, y tú que forma de hombre gastas? Yo, señor, enviudé, de la señora doña Ana, me quedaron cuatro hijos, dos niños y dos muchachas.

Casé con doña Jimena, de la ciudad de Parçaya, ó Porcuna, que todo es en su perjeño y su cara, con otros cuatro gaulares mirad pues, con ocho en casa, que caudal es menester para haber de sustentarla! Que apenas un hombre vé las luces de la mañana, cuando parece un enjambre, que á purísima picada le sacan á un hombre el zumo de lo profundo del alma. Yo maldiciendo y jurando, cual vívóra emponzoñada, vov caminando al infierno con abreviadas pisadas. Estás contento, mancebo? Esto es lo que un hombre pasa con las mujeres, pues son locas, fáciles y varias: y asi cuidado con ellas, abrid el ojo, dejadlas, que ellas nos quitan la vida y nos hacen salir canas; y en el fin de nuestra vida, pagan con una mortaja de redes ó de parella, ó el peor lienzo que hallan.

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CARMONA: —lmp. y lib. de D. José M. Moreno, Madre de Dios, η. ί·