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ft tratar unos negocios; y si gustaba seguirlos, todo cuanto yo mandase estaría á mi servicio. Åsi á esta córte llegamos, donde ya hará que vivimos doce años, sin tener hacienda, renta, ni ofício çara mantener el fausto a mi persona debido. Como era fuerza buscarlo, discurrimos este arbitrio: salia yo muy compuesta de joyas y de vestidos para traer á mi casa, de mi belleza rendidos, muchosnobles caballeros; y mi fingido marido con los otros caballeros; esperaban prevenidos, y quitándoles la vida, joyas, dinero y vestidos, luego los difuntos cuerpos por escusar el fastidio, los echábamos en sal, S or cuatro dias ó cinco, entro de unas artesas, y después de consumidos, se iban de noche sacando y se tirabanal rio, de esta suerte, pues, numeron Veinte y seis hombres y un niño. Ya he concluido, señores; y ahora clemencia os pido. Sacan después al galan, y puesto en el misino sitio, al instante confesó las muertes y latrocinios, con todas las circunstancias, como arriba queda dicho. Luego los dos compañeros han declarado lo mismo; y 3a criada-también confesó lo que habia visto. Los señores magistrados pasmados quedan de oirlo les fiscalizan la causa,

y del consejo ha salido, -, V 4'

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Ž ue primero por las calles los cuatro arrastren vivos, ahorcándoles después; y que en cuartos divididos sus cuerpos, para escarmienta se pongan en los caminos y á la criada la saquen, en pago del buen servicio, emplumada por las calles, que pague lo merecido. Les leyeron la sentencia, y luego les han metido en la capilla, y allí confesados y contritos, sin cesar piden á Dios les perdone sus delitos. El dia cuatro de Julio en esportones metidos los sacaron de la cárcel, y de caridad movidos los congregantes, los llevan en el aire suspendidos, entre guardias por la calle, Í así llegan al suplicio, os sacan de los serones, Í tomando un crucifijo eonarda, con gran valor con corazón contrito edice: Dueño del alma, Criador y Padre mio, me pesa, por ser quien sois, de haberos así ofendido; misericordia, mi Dios. Ï la escalera ha subido; empieza á decir el Credo, llegando al único Hijo, de la escalera la arrojan y quedó cadaver frio, dando muestras de que fue á gozar del Paraíso; v el mism® arrepentimiento ios tres hombres han tenido. Cinco horas los tuvieron en la horca suspendidos, después los hicieron cuartos, y en los reales caminos con duras clavos de hierro los fueron dejando fijos.

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FIN.

MADRID. Despacho, calle de Juanete, núm. 19.