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mandó el Rey que en varios puestos se pongan hombres armados para poder conocerlo: luego que llegó la hora pronto, liberal y diestro quemó la cerda segunda, y mas veloz que los vientos llegó el caballo, y con él seis criados, qne su aseo, y las costosas libreas eran de todas espejos. Ganó en todas con ventaja á mas que el dia primero, quieren detenerle el paso, pero todo fué superfluo, pues sin ver por donde iba, de la vista lo perdieron: para la tarde tercera quiso el Rey ser buen tercero, mandó que en aquel territorio que circumbalaba el cerco lo amurallaren con tablas, y con muy altos maderos, que aunque se tranforme en Ave para huir, no pueda hacerlo; fué aquella tarde el concurso, por el gran gentío inmenso, volvió á hacer su operación, quemó la cerda en efecto, - como hizo en las primeras, y luego un caballo negro llegó con doce criados, y de hermoso terciopelo, y carmesí ios vestidos, y el suyo con oro terso, de diamantes guarnecido que causaba envia el verlo; de suerte que aquella ta«rde sobre todas echó el resto, y á la hora de ausentarse entrò volando y corriendo fué otro volador Pegaso, dexa ndo á todos suspensos pues saltó aquella eminencia que un Ave pudiera hacerlo. Se fué sin que averiguasen quieu fuese aquel Caballero, perdieron las esperanzas hija y Padre á un mismo tiempo

pero la discreta Dama á su solas y á su intento dibujó una garg3utilla á e! arte, forma y modelo de la que le dió en la Torre al que ignora y esta viendo; dixole á su padre entonces que se buscase un maestro, que sin que le falte un punto haga otra, pues su intento es ver si hallaba la suya y sin que haya remedio promete ser digna esposa de aquel que la tenga , y esto se pu'o luego por obra, se buscó entre los mas diestros á el mas sapiente Alquimista que había entre los expertes. A este tiempo había entrado á servirle de mandadero Juanillo, el fingido loco, pasando plaza de serlo: dióle el Rey dicho dibujo, estrechándole y diciendo que en el tiempo dedos meses con primor, arte y concierto se ha de hacer la Gargantilla, y que de haber falta en ello al impulso de un Verdugo le hará dividir el cuello. Llevóse el dibujo á casa, y luego fué previniendo las esmeraldas mas finas, los diamantes de mas precio; mas con todo no podia hacerla y entonces viendo que se pasaban los dias, y el tiempo se iba cumpliendo era sin igual la pena, por saber que sin remedio moriría, si no hacia lo que había propuesto; viendo le su mezo triste, dixole: Señor, yo quiero que me digais los motivos de la tristeza en que os veo, por ver si á vuestros pesares algo remediarlos puedo, por ultim© se lo dixo,