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las Marías se humillaron á él, y se despidieron. De esta manera acabaron las penas del Bey eterno, las cuales nos remediaron, i y sacaron y libraron de las penas del infierno. Contemplemos y pensemos { en su pasión dolorosa, suspiremos y lloremos, penemos porque gocemos i, después su gloría preciosa.

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«I.

Soledad _ de la Vírjcn. Pues está la Vírjen pura sola, el sepulcro mirando, con tal angustia y tristura, cual nunca vio criatura, en el Hijo contemplando. Sus dos ojos hechos fuentes, su corazón angustiado; contemplen todas las jentes, que estos amargos presentes le hizo nuestro pecado. Contempla cuál quedaría la Vírjcn ya sin su Amado: contempla qué sentiría cuando sola se vería, y el sepulcro así cerrado. Contempla tan gran dolor, y su angustia sin igual: siente ahora, pecador, el ànsia, pena y dolor de esta Reina celestial. Está viva y sepultada, está muerta y tiene vida, está llagada y herida de la pasión ya pasada del que es lumbre de su vida. Está, cual nunca se vió,

mujer tan desconsolada : contempla lo que sintió por el Hijo que parió, viéndose de él apartada. Está la Vírjen (por quien el mundo es ya redimido) tan sola en' Jerusalcn , que ha perdido gloria y bien con el Hijo esclarecido. Pe nsernos y contemplemos con vos, Vírjen esta historia: la pasión santa lloremos, porque así con vos gocemos de la soberana gloria. Resurrección del Las tres Marías pues fueron á comprar buenos olores, y como comprado hubieron, al sepulcro se volvieron en busca de sus amores. Bien de mafiana llegaron.' » y con muy crecido amor; á do el sepulcro dejaron con ungüentos que compraron para unj ir al Redentor. Por el camino venían todas tres pensando en esto, y cómo hacerlo podrían, y la piedra quitarían, que en el sepulcro habían puesto. Habíales un . Y tan luego que llegaron, vieron la piedra quitada, por lo cual se atribularon, pero allí un mancebo hallaron, que les dijo esla embajada. Llegaos, no os aflijais, amigas, ni esteis turbadas.