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RELACION· EN MUGER VENGANZA HONROSA

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rp Eyna insigne de Sicilia, IV en quien pusieron los Cíeles e prudente tantas partes, e hermosa tantos estreñios, >ara darte relación e mis trágicos sucesos, le mis Inmensos fracasos, i· restarne un rato silencio. li mi Patria Alexandria, Ciudad de Egypto, en que vieron a primera luz mis ojos k n el registro dei tiempo, ilis Padres que se llamaron llanca Leonida, y Lanspergjta, ino -bien afortunados, le nobleza paco esentos, «ne pusieron Leonido, “In quien los Astros opuestos nfluyeron mil desdichas, Conmutaron mil portentos : ia: ti qual norab e me he trocado :n Lauro, soto por miedo Íe un insulto, que sabrás li me estás atenta, presto. Devde mis pueriles años [ que como es el amor ciego , ni pone freno à los niños, ni da vergüenza á los viejos} puse los o|os humildes, э mejor dire sobemos, en un Angel, en un Sol ; y per no gastar el tiempo, en la mas bella criatura, que pinto el pincel supremo yídesde que dio ser al barro en el Campo Damasceno. Esta era Flora, en quien puso tan de espacio, tan á tiempo el C ¡ti lo sus perfecciones, que pienso y tengo por cierto, que la* partes ma;, estarnas de hermosusa que tuvieron Elena, Lucrecia y D'do, fue aju stando , y componiendo en su cuerpo en sus ficciones ep su gala , en su despejo, r

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en su brío en su donayre, tanto, que desde ef cabello oro fino, hasta la planta del pulido pie, echó el resto la naturaleza, acaso por cifrar en un sugete de todas las maravillas " un epitome y compendio, que diese á la Luna embidii y sirviese al Sol de espejo. Visitarla vi tres lustros á la blanca Aurora b'ebo los cristalinos umbrales, diciendola mil requiebros, y otros tantos recibir de ella amorosos besos, quando i.nfeliz comencé á tratar mi amor, poniendo - infinitos imposibles à mis plantas, que violentos ¿orzados de la razón que llevaban, pretendieron, ya representando muertes, ya castigos, ya portentos, poner rienda à mi apetito, y refrenar mis deseos. Comencé en fin, eomo digo, à hacer à Flora paceos, embiandola villetes, diciendola mil requiebros, gastando costosas galas, luciendo ricos empleos, ofreciéndole mil vidas, dandola de país tormentos, de noche parte en sus rexas, aunque siempre (caso adverso.} á mis voces se hizo sorda , tigre hircana á mis requiebros, à mi llanto peña dura, à mis quexas qual de acero, desentendida à mis cartas, y ciega à mis galantees. Asi, pues , paso tres años, tener tan solo un premio, e colgar mi esperanza ; ndo que el sufrimiento,

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