<7>

la cólera que reprimo. Deja, Cristiano tu Ley, véncete á lo que te digo , que el que sigue á mi Mahoma goza bienes infinitos; sino lo quieres creer, tendrás el mayor castigo que se haya visto en Argél, y replicó Don Jacinto: No dejaré yo mi Ley, que eso fuera un barbarismo, aunque mil vidas tuviera que rendir en sacrificio : la Ley de Dios resplandezca , que Mahoma es un maldito; síguele, que irá tu alma á los profundos abismos. Con esto Zayda indignada salió afuera dando gritos : ba de mis soldados, ola : bade mi Guardia , y Ministros venid, prended al instante teste Cristiano atrevido, que quiso soberbio, y loco violentar el honor mio ; tome mi hermano venganza de aqueste infame Cautivo, que no es razón que se quede esta maldad sin castigo. A las voces acudieron, y prenden á Don Jacinto, y sin hacer mas probanza que lo que la Turca dijo, lo sentencian á quemar , por blasfemo, y por lascivo. Dejemos en la prisión, entre cadenas, y grillos t Don Jacinto, y pasemos, á la dama que es preciso , porque en este mismo tiempo estaba el Moro encendido, en amores de Leonor, У que estaba tan perdido, trazando por mil maneras drendirla á su apetito, Persuadióla muchas veces, mostrándosele amante fino; pero la discreta Dama, «unca dió á su amor oido. Do dia la cogió á solas, Чое la desgracia lo quiso ; encerróla en su retrete , У estas palabras le dijo : hermosísima Leonor, r emora de mis sentidos, äsi despreciais á un Key , *епог de tal poderío? Reniega de Dios, reniega , *

que haciendo lo que te digo, tendras Reynos, y Vasallos, joyas, diamantes, zafiros, pues siendo tu amante un Rey, todo estará á tu servicio; y pues te tengo en parage, que por imposible miro de mí te puedas librar, he de hacer el gusto mio, sin que tus fuerzas te valgan, ni te aprovechen los gritos, esto ha de ser de por fuerza, si no quieres por cariño; y advierte que soy Rey, en mis ąptos tan altivo, que á no hacer lo que te mando, seré tu fiero enemigo. Que me respondes Leonor? Y ella suspirando dijo: Eso es cansaros en vano, y lo tengo á desvarío el pedirme que reniegue del Señor que el mundo hizo; en cuanto á querer gozarme, esto , Señor, bien lo afirmo, que ha de ser muy imposible el recaberlo conmigo. Confieso de que eres Rey, y como Rey, y Señor mio, la vida podrás quitarme, pero no el honor que estimo. Viendo el Moro de Leonor la dureza con esquivo, fué á hacirla para forzarla; y ella viendo su peligro, sacó al Moro de la cinta el alfange Damasquino; prosigue el Moro su intento, y ella resuelta le ha dicho: así defiendo mi honor aun de los Reyes lascivos : y con un fiero revés Je dejó un brazo en un hilo. Viéndola el Moro resuelta, y viéndose mal herido, comenzó á llamar á voces á su guardia, y luego vino: á esta homicida Cristiana prendedla, Soldados mios; y haced que rinda la vida entre crueles martirios, pues es su intento el matarme con el mismo alfange mio, como en la mano lo tiene, le comprueba el delito. Ven al Rey que está mortal, y con su sangre teñido: prendiéronla, y la llevaron