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Pastores sencillos, que al frio y al hielo quedais en el monte los tiernos corderos, oíd una nueva de sumo consuelo : ■ sabed que el Mesías nació en nuestro suelo; si quereis, zagalas, encontrarle presto, bailareis un Niño en paños envuelto, y en pobre albergue su Madre le ha puesto. ¡ Qué pasmo, qué asombro í Î qué raro portento ! ver en un establo al Rey de los Cielos ! Niño queridito, gloria de los Cielos, que derramas perlas eu un pobre lecho. Ay Jesus amante, y cómo te han puesto tus ansias ardientes, tus fmos deseos. Cuando en las alturas ľepartes á cientos, ni aun tienes cuna en un portalejo.
Niño divino, Niño adorado, ■: mi Dueño amado, mi buen Pastor; Los corderillos que mas te aman, humildes claman por oir tu voz. En el pesebre sobre las pajas, en pobres fajas está tu amor. Llora y tirita mas no de frío ; del hombre impío siente el rigor. Al mundo viene con gran desvelo, para consuelo del pecador. Si los corderos pacen al prado, y con cuidado buscan la ñor, El Pastor silva, y les advierte que alli hay muerte y perdición.
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