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Mira la espakla y verás nacer corales divinos, heridos con crueldad - con hierros y con espinos por gen ψ de Barrabás. Sí le m+ras al costado observa con atención la lanzada que le han dado que le pasa el corazón, por tus culpas y pecados. Si le miras á las manos bien puedes considerar,

qne á Cristo, por tos humanos, le vinieron á quitar la vida entre duros clavos. Si le miras á los pies, verás dos llagas que al alma le dan salud, y después triunfarán con gloria y palma solo por ser Dios quien es. Quien tenga esto en la memoria, como muera penitente, subirá á la eterna Gloria ante Dios Omnipotente.

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Á LA MUERTE DE CRISTO NUESTRO REDENTOR.

La tarde se oscurecía entre la una y las dos, que viendo que Cristo muere se cubrió de luto el sol. Tinieblas cubren los aires, las piedras de dos en dos se rompen unas con otras y el pecho del hombre no. Los ángeles de paz lloran con un amargo dolor, que los Cielos y la tierra conocen que muere Dios. Cristo pendiente en la Cruz dijo al Eterno: Señor,

¿por qué me has desamparado? ¡ Ay qué tierna esclamaciou ! ¿Qué sentiria su Madre cuando tal palabra ovó, viendo clamar á su Hijo que Dios le desamparó? ¡Ay Hijo! la Virgen dice, ¿qué madre vio como Yo, tantas espadas sangrientas traspasar su corazón ? Esto diciendo la Virgen, ’ Cristo el espíritu dió: pecadores, si sentis, llorad, pues la causa sois.

Madrid : Imprenta á cargo de José M. Marée, plaza de la Cebada nur». 9 G