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y su esposo despuee la buscaba, no laencontraria ; y la trampa ее descubriría. Dijo el caballero: eso todo lo apaña el dinero; si no puede ser dado, à lo menos que sea prestado, vengan esas manos y allá van doscientos mejicanos. Dijo la criada : no dirá que no està bien rogada, señora , y se encorta : chica , calla , que á tí no te importa. Dijo el corenel : la criada hace su papel, y si bien se porta, tengo yo para ella siempre una onza. Guando vio la señora tanta moneda , respondió: caballero , «i yo supiera que usía callàia, y si el secreto á nadie revelara el sí ie daria , yel postigo abierto encontraria; y con mi criada pasaría sin luz á una sala^ donde ocultamente, sin ser visto de ningún viviente,, allí esperaría, que sin falta :i buscarle yo iria , cuando mí marido estuviese en la cama dormido. Goayino el señor, y empeñó su palabra de honor, de callar el hecho , y guardar el secreto en su pecho ; y estar escondido, coa tal que ella cumpla lo prometido. Se entregó del bolsillo la señorita, y el coronel no hizo íalta á la cita ; se fué paseando , la criada le estaba esperando; sin luz le acompaña ,

y después que lo dejó en la sala , dijo el lazarillo : coronel, yo quisiera un polvillo, sin mover escama, del rapé que conserva para mí affl 3. El coronel se queda entre caricias, esperando el objeto de sus delicias) después que cenaron el marido y muger se acostaron : empezó la dama à dar vueltas por aquella cama, y no sosegaba por saber que el otro la esperaba 5 dormir no podia. ¡ A.y Dios mio 1 qué es esto , decía; me pican las pulgas : el marido decía: ¿te burlas? no, por vida mia. ¿ Mira tú si yo me burlaria ? Lo que ella buscaba era coger la pulga de la otra sala. Viendo la señorita que se pasaba la noche., y el sarao no se empezaba , dió un fuerte chillido. Mira, mira, le dijó al marido : i qué toro tan bravo! ¿no lo ves? porei postigo ha entrado; el cual dijo: ignoro, à no ser de que yo sea el toro, cómo he de librarte, lo que puedo es acompañarte ódarte un refresco. Ella dijo: Águkin,, lo agradezco ; pero mas valdría que tocaras una sinfonía con el violín. Obediente el tal D. Agustín se puso à tocar, la señorita se paso á bailar al otro aposento, donde ya le esperaba el cortejo : mientras él tocaba