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los cerrojos de un convento, un bastón á un alguacil, à un francés que era muy rico le robé todo el caudal, y lo mandé à los infiernos, para mas seguridad} por último, entre dos luces tobé en S. Antonio el viejo las rendijas de las cruces que ya se estaban cayendo... Mat. Eso no merece el nombre. Cam. Yo me corro de leerlo, vea V. qué vagatelas para aquel que estaba hecho à salir à los caminos y robar los pasageros! mas,,sigamos el relato si me deja el sentimiento. Sigue leyendo. Todos estos embelecos que en mi cueva están guardados, y no es justo devolverlos Í >ues ninguno lo que hurta o devuelve, en estos tiempos,
se los dejo á Camachicos mi mas estimado nieto, (llora.) ¿ quien siempre he cuidado y es mi lejítimo heredero.... Deja de leer. Ya no puedo leer mas , porque la pena que tengo no me deja respirar de acordarme de mi abuelo. Mat. Poes amigo, à la taberna. Cam. Ella es ledo mi consuelo. Mat. Sin el vino yo no vivo. Cam. Sin el vino yo me muero. Mat. Dos azumbres no me bastan para sosegar el pecho. Cam. Cuatro pienso yobeberme en el nombre de mi abuelo. Mat. Pues vamos, y este sufragio por su alma aplicaremos. Cam. Yo le aplicaré bastantes, que lo quise eon estremo. Los dos. Vámonos, pero primero, pidamos à los presentes el perdón de nuestros yerros.
MADRID]:—1846. impresta de D. José M. Marks. Corredera Baja de S. Pablo, kkn. 27.