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que un poco se detuviesen, que saldría sin tardanza. Én iróse solo allá dentro, y con el padre encontraba de Griselda . y le saluda, Î de esta suerte le habla: aniculo , muy bien sabes, que eres mi vasallo, y tanta voluntad tengo à tu hija, que dispongo de tomarla por esposa, si es tu gusto; mas juzgo que repugnancia no habrá alguna, puesto que eres dichoso en esta embaxada: tu respuesta espero ahora. Y con vergüenza sobrada Janiculo le responde: Señor, no merezco nada; mas si gustáis de este empleo, vuestra voluntad se haga. Llámala al punto, le dice, que quiero hablar dos palabras con ella , à ver si es gustosa; y Janiculo la llama. Vino Griselda corriendo i ver lo que le mandaba su padre, y el Caballero le dice : Griselda amada, tfa gustas de ser mi esposa ? Y ella responde turbada: Señor mio , yo tu esposa ? n ° gastes conmigo chanzas, que soy pobre , y diferentes *®n tu palacio y mi casa. Conoció en esto Gualtero, que ella se consideraba 'njigna de un tal empleo; У le dice estas palabras: dime , tú serás constante ?b todo quanto yo haga ? . e lla respondió : Señor, Sl de improviso mandaras que m e quitasen la vida c ° n la muerte mas amarga que bárbaros internasen, íl 0 romperé mi constancia, »stante has dicho con eso, 1X0 » У al instante manda

à dos dueñas que traía, que la ropa que llevaba, la quitasen , y vistiesen de aquellas costosas galas que traían prevenidas. Y muy en breve la sacan ataviada y compuesta à la puerta, y en voz aíra les dixo : esta es mi consorte, esta es la que destinada tengo , ya hace mucha tiempo para ser mi esposa amada. Esto que todos oyeron, los sombreros y las opas por los ayres extendían, con víto'es y alabanzas, pues su Stñor tes cumplía el gusto que deseaban. A G iselda la pusieron en una carroza , y marchan à la ciudad diligentes, en donde aiegre se casa el Marqués. Pero qué gozo, qué júbilo , qué alabanzas, qué placeres, qué aleg las, qué toros , juegos de cañas, qué comedias, qué deleytes por la corte celebraban '. Quede pues en la aleg ia aquesta primera plana, que en la segunda promíto, de penas, aunque calladas, darle à mi auditorio atento una noticia muy larga. SEGUNDA PARTE. Y A dixe con quintas glorias con el invicto Gualtero quedó casada Griselda, que fue de constancia exemplo; atención , oyentes mios, otra vez à encargar vuelvo, porque son muy diferentes los casos , que si primero fue contento y alegría, ahora es pena y sentimiento.