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Sien levantarte te tardas, . como villano te hiero: le amenazó con la lanza, y Fierabrás· à este tiempo se puso e \ pie vigilante, estas palabras diciendo: Si be de pelear contigo, dime tu nombre primero, tu grau calidad , y nobleza, que si no eres Cab.Hero, aunque te venza en batalla, poco galardón espero: Le replicó luego al punto, dime tu estado primero, yo te lo diré á el instante: Sabrás que es mi nombre mismo Fierabrás, de Alegandria, el que à nadie tuvo miedo. Pues yo me llamo Guarin, y soy nu i vo Caballero, la primera vez armado, -y solo por eso vengo á ganar honor y tama con la victoria que espero: Fierabrás le dice: Amigo, engaña o está usted en esto, porque si yo no tuviera piedad de ti mucho tiempo, que te hu viera dado n uerte como à inocente cordero. Vè , y dile à tu Carlo Magno, que me envie aqui. á Oliveros, ó al valeroso Kolaan, que deseo el conocerlos: O.tveros d¡ce , Amigo, juzgo que me tenets miedo según la prosa me gastas, y dexas pasar el tiempo, yo de ninguna manera no me vov de aquiste puesto, si no te buelves Chi ¡stiano, ó te llevo prisionero. Guarin tu eres porfiado, y pues no tiene remedio, apercíbete à las armas: siempre me hallarás dispuesto. Se pusieron los escudos, y se apretaron los yelmos, tomó Fierabrás la lanza,

y està con ella blandiendo, se retiran uno de otro, y á la señ que se hi Jeron, se arrancaron los cavólos, y fűé tan recio el encuentro, de los dos tremendos golpes,’ que el uno al otro se dieron, que se quebraron las lanzas, y ambos á dos Cáballeros sobre el arzón de la silla ambos quedaron de pechos, meten mano alas espadas, y como lobos sangriento se embisten el uno al otro, dándose golpes muy recios, mas de dos horas y media duró el convate primero. Cansados de pelear, mal heridos , y sangrientos^ Fierabrás le pidió trguas, estas palabras diciendo: Paremos á descansar, porque ningún Caballero tanto me duró delante, ri ha fatigado mi esfuerzo ninguno en aqueste mundo si no es tú ; mas yo no entiendo, que seas el que me dices, si no es uno del Infierno. Aqui por cierta verdad debixo de juramento, por aquel Dios que veneras, y aquella que està en el Cielo,’ que me digits la verdad: y le respondió O i veros: Pagano , quien te enseñó con seguridad , y acierto á conjurar los Christianos,’ que no se nieguen á ello; sabrás por cierta verdad, que soy el Conde Oliveros,’ Fierabrás le dice : Amigo, me alegro el conoceros, y perdona los desayres, que te hice de primero. Dexemos en este estado este Romance primero, que en otra segunda parte diré de los Caballeros. FIN.