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Viéndose el bueno del grillo del león‘tan lastimado, tan pisado y abatido, colérico y enojado Le dijo : ¿ cómo atrevido, traidor, pérfido y villano, embustero sodomita, palaquio de oficio bajo, Al rey de las sabandijas tratas con tal desacato ? Volvió el león la cabeza, ’y como no haciendo caso, Le dijo : ¿ quien eres tú, pobre esguizaro cuitado ? bachiller y malandrin, cascarria de culo canto ? Dices que de sabandijas eres rey : donoso caso ! No te deshagas por cierto de tan honrados vasallos. Yo sí que soy rey supremo de los animales bravos, que en la tierra libremente campa mi nombre ensalzado. El grillo con grande enojo, remordiéndose los labios, le dice : pues eres rey tan supremo y tan bizarro, para mañana en la tarde convocarás tus vasallos, Mientras yo hago lo mismo con mis fuertes africanos, y saldremos á batalla, cuerpo á cuerpo y brazo á brazo. Dijo el león : soy contento, doyme por desafiado : y sin detenerse un punto, parte mas recio que un rayo. Corrido de ver que un grillo

á campaña le ha retado, fuese á su corte, y allí que llamasen, ha mandado, A su general valiente,, que es un borrico estremado, un asno con mas orejas que la torre de san Pablo, Abiertas ambas narices, mas cabeza que un peñasco, bien fornido de sus miembros, galan, discreto y bizarro, Y de lindo entendimiento, muy amoroso en su trato, el cual puesto en la presencia del león, así le ha hablado: ¿Qué se te ofrece, señor? que aquí estoy á tu mandado. El león le dijo: Amigo buen general afamado, Sabrás que un mal sabandijo, que da vergüenza el nombrarlo, á todos nos desafia, atrevido y denodado. Apercíbase la guerra, convóquese todo el campo, tremolen los estandartes, los tambores resonando. Díjole el borrico entonces : Obedezco tu mandado ; despidióse, y luego al punto mandó tocar los pífanos. Acuden los animales, como valientes soldados, acude el valiente tigre, el ciervo, el oso , el venado, El javalí, el elefante, el lobo , el gimo, el centauro, la corsa , el puerco espin, el mastín , el dromedario,