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confesad vuestros pecados. Y vióse tan afligido el Frayle de ollas y bancos, que baxó por la escalera con mayor furia que un rayo· Siguióle Juana Gutierrez, el Frayle atemorizado se fué para su Convento con el paso apresurado. Juan Prados astutamente, lo estaba todo mirando; lleno de risa salió menudeando los pasos, bizo piernas en la sala, caló el sombrero muy baxo, y con una risa falsa remoquetes apuntando, la dixo : ¿qué hay mi señora? tan malo era el convidado? ¿tratóla mal algún dia en el Espíritu Santo? ¿dio'a algunos palos? diga: aavierte que quien dió palos

fui yó, no 'se escandalice, que pienso darla otros tantos· que muger que se enamora ’ teniendo marido honrado, pena semejante es poca, y aun estar en un cadahalso. También burlar al marido con hábito de San Pablo, aunque sea un pobre Harriero, no os ha sido bien contado. Dióla por aquella burla con un rodrigón tostado, media docena de muertos, que la avivaron ios lados. La muger con la razoa, ambas rodillas juntando en el suelo, le pidió perdón de enojos pasados. Juan Prados la perdonó, Juana Gutierrez callando, vivió con él muchos dias, y fueron buenos casados. < * v

Con licencia : En Córdoba, eo la Imprenta de D. Rafael Garcia Rodriguez , Calle de la Librería·

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