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en su soberado Tefopîô. Cómo te llamas? Narcisa. Pije: Be Ilo hechizo , vo teté tu norte « y tu guia, y qiben sin violar tu imagen, amante tus pasos siga: espérame un breve instante, mientras voy á esas vecinas florestas, á buscar algo v ! cou que el cansancio redimas, ï Faime, y á muy breve rato vuelvo, y escucho á Narcisa decir: Primero, villano, i que tu torpeza consigas, İ yo misma me daré muerte, t mi paso á su voz camina, i!¡ y balio á Policarpo (ha , Cielos, no sé como lo repita!) - a en lascivo amor envuelto, s toda su vejez en piras, i su senectud en Vesubiosr el zelo , y saña me olvida, que mi educación le debo, y desgajando una encina, un golpe le di tan fuerte, que en debiles agonias, ? ; lo que fué Moncayo ardiente, wa deshecha ceniza. No fué esto lo mas, Señor, sino que con las fatigas ! de la muerte , una saeta ¡ dei arco arrojó tan viva, que el pecho rompió de nieve ; de aquella luz sensitiva. Por la rotura villana coral liquido vertía; У con pai id tees muertas pronunció voces tan vivas, que un puñal cada palabra en el coiazoa me herid* 4

Mil veces mal baya, dije, padre tan cruel, que propicia á la espalda de la gloria me tuvo la muerte en iras! Conspirados contra mi acabad con esta vida triste, que el hado me ha dado, y tu , padre, á quien debía educación , y crianza, antes tu tirana vista hubiera cegado , que me sacáras de la orilla del rio que me robó: antes mi tierna puericia pasto fuera de los peces, que no vér la luz divina ser despojo de un aleve, • » por u a pasión lasciva: Adoré sus bellas manos, copié su iuz en la viva imagen de toda el alma. Todo yo era tropelias, y todo necias ideas; quando un Oso á mi encamina los pasos , y con cariño entra en la cueva , y con pia barbaridad se llevó t el cadaver de Narcisa, por masque estorvarlo quise, no lo permitió la prisa 4 , - , de aquel barbaro vestigio; subió riscos , llanos pisa, montes trepa , pasa valles, ; . y á poco rato la vista percibió, que en una cueva con la piesa se escondia. Arrójeme á su aspereza, y en sus entrañas oia, que el aire oprimido gime, que la frigidez suspira