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30 . _ Vida Buenaventura , muchas matronas salieron acompañan¬ do à nuestra Señora , que llevaba al Niño Jesus de la mano , hasta la puerta de la ciudad ; y añade el Santo que una persona acomodada y rica, atendiendo à las incomodidades de tan largo camino y viage , les dió un jumento , sobre el qual cargaron sus pobres hala- jillas , y marcharon para Judea. Llegados allá después de tanta fatiga y cansando, entendió San Joseph , que en el lugar de Herodes rey- naba Arquelao su hijo : por lo que temió ir allá ; y así avisado por el Angel, se fue à Galilea à la ciudad de Nazaret , y allí estableció su habitación , que por esto se llamó Jesus Nazareno. Y he aquí ya à Joseph y María , despues de tan larga peregrinación , trabajos è incomodidades , vueltos à su patria , y habitar en su casa materna , donde al punto acudieron los parientes à visitarlos , y congratularse con ellos de su buena ve¬ nida y vuelta de Egipto, admirándose todos de la be¬ lleza , sabiduría y gracia del Niño Jesus. Entre las pa- rientas que vinieron à visitarlos y darles la bienveni¬ da , fue una la madre de San Juan Evangelista, tra¬ yendo consigo à su hijo, que era entonces de cinco años , y pariente muy cercano de Cristo según la car- ' ne ; y entonces principió aquella afición y cariño, por la qual después se llamó el Discípulo amado. Asi lo dió à entender él mismo en el capítulo veinte y uno de su evangélica historia por estas palabras : aquel Discípulo à quien amaba Jesus. Establecidos en su casa de Nazaret los santos pe¬ regrinos , emprendieron una vida admirable, y dign* • ' de