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que te ciega la pasión. Abogado. «Tú me darás la razón de todo cuanto te digo. D. Lucos.«Quizá, maslo temo mucho. Abogado. «Atiende que es gran dolor, ver que en empresas de amor parezcas, tan poco ducho. Mi Carmencita aunque pobre esunbelio-ángeldel cielo; ella será mi consuelo, mi dicha. I). Lucas. «Ojalá te sobre. Abogado. «Calla y escucha: jamás supo que era un pretendiente su modestia. D. Lucas «Es aparente, tú la vieras por detrás. Abogado. «Calla lengua de escorpión que eso es blasfemar sin tasa; si nadie mas en su casa.... D. Lucas. «¿Entra? Abogado. « No. D. Lucas .«Abre el balcon. Y en efecto en aquel punto entró un jóven en la casa. D. Lucas ¿Entras tú solo? Abogado. «Cachaza que irá por distinto asunto. D. Lucas «Pues yo te juro, que luego vamos á salir de dudas. ¡Ola ! parece que sudas. Abogado. « De tal visita reniego. -Las 3 menos cuarto dieron, y el abogado en acecho dijo parasi: «esto es hecho; ambas á dos me vendieron.» D. Lucas. «Celoso estás? bueno, bueno Tú entras de una á dos ¿no? pues, el otro de dos á tres. Abogado. «Si fuese verdad.... D. Lucas. «Un trueno. Yo me encargo de indagar la verdad de este negocio ; de este modo mato el ocio. Abogado. «Ahora sale. D, Lucas «Voile á hablar. Tras la saliente visita

cual el rayo destructor, con amor ó sin amor don Lucas se precipita. Alcanzando que hubo al mozo le hace subir á su casa ; y allí todo cuanto pasa se lo esplica sin rebozo. Contando no haber tramoya dijo el jóven «mi visita es porque amo á«Carmencita ». ¡ Dios eterno! aquí fué Troya. Ambos rivales, con ira se prodigan mil insultos. ¡ Baya unos requiebros cultos que el uno al otro se tira ! Armados de uñas y dientes, principia un combate fiero; mas, Lucas, grita «un tercero» y paran los combatientes. Contar de aquel dia aciago los diferentes encuentros, que el engaño mas cabal pusieron de manifiesto. Fuera no acabar jamás, fuera no poder leerlo, fuera reventar de risa apesar que hubo algún tierno. Baste decir que á los seis logró don Lucas con celo juntar en su casa, y darles parte á todos del enredo. A todos y de uno en uno logró meterles en fuegos ; á todos inspiró rabia, y vengarse prometieron. Allí juntó al Abogado, al Médico, al Cordonero, al Arquitecto, al Notario, y al sesto que era un Cerero. Y socarrón como él solo, estudiando voz y gesto, arengó á los setérivales, diciendoles puesto entre ellos : «Fuera para mi un pesar, «ver entre seis caballeros «La enemistad por divisa