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mis vestidos al repelo, no será ese el menor duelo, ver mis llagas renovar tendido en el duro suelo. Cuando en un lienzo estampada vereis mi santa figura, y.eclipsada mi hermosura, quedareis mas lastimada que ninguna criatura. Cuando me vereis caído en vuestra presencia santa, y una soga en la garganta y el rostro descolorido de derramar sangre tanta. σ Cuando vereis levantar la cruz, yen ella enclavado este mi cuerpo sagrado, Madre, me vereis estar desnudo y avergonzado. Y por eso cuanto humano, vengo á vos con obediencia, Madre me deis licencia, la vendicion y la mano, yo os encargo la paciencia. La bendición mi querido dádmela á mi, pues sois Dios, Oh! Madre, dádmela voz, que cuanto humano os la pido, y quedaos, Madre con Dios. Ah! Hijo que se me parte, el corazón de dolor: el Padre Eterno Señor, te bendiga de su parte, y yo le bendigo, mi amor* Y por esta despedida, pena llanto y desconsuelo Hijo y Madre acá en el suelo, yo os contemplo en tal partida, y nos alcance el sacro cielo, RELOJ DE LA PASION. Es la pasión de Jesus un Reloj de gracia y vida; reloj y despertador que á gemir y á orar convida. Oye pues oye sus horas, y en todas di agradecido:
¿qué os daré mi Jesus, por haberme redimido? Vuestro Reloj Jesus mie, devoto quiero escuchar, y en cada ora contar lo que por mi habéis sufrido. Guando a la siete os veo, humilde los pies labar; ¿cómo si no estoy muy limpio, me atreberé á comulgar? A las ocho instituiste la cena de vuestro altar, y en ella Señor me diste cuanto nos podias dar. A las nueve el gran mandato de caridad renováis, que habiendo amado á los tuyo» hasta el fin Jesus amais. Llegan las diez y en el huerto orais al Padre postrado: haced, mi Jesus amado, que yo pida con acierto. Sudando sangre á las once, os contemplo en agonia: ¿como es posible mi Dios, no agonice el alma mia? A las doce de la noche, os prende la turba armada, y luego en casa de Anas, recibís la bofetada. A la una de blasfemo, impío Caifas os nota, y en seguida contra vos, la chusma vil se alvorota. A las dos, falsos testigos acusan vuestra inocencia: , jqué impiedad! ¡y que descaro' ¡que indignidad! jque insolencia! A las 1res os escarnecen, é insultan unos villanos, que con sacrilegas manos, os dan lo que ellos merecen. ¡Que dolor cuando á las cuatro os niega cobarde Pedro! mas vos, Jesus, le miráis, y el reconoce su yerro. . Las cinco son, y sejunta el concilio malignante,